sábado, 26 de noviembre de 2016

RELATO BREVE: PRIMERA VISITA DE ROCÍO A LA BASÍLICA Y REAL COLEGIATA DE SANTA MARÍA LA MAYOR DE LOS REALES ALCÁZARES DE BÁSTULA (ÚBEDA)

Siguiendo con el ciclo de relatos cortos comenzado con la primera visita de Francisco de los Cobos a su nuevo palacio, aquí os dejo el segundo. En este, tras unos datos en los que os daré a conocer cómo es realmente el edificio, os contaré lo que siente Rocío en su primera visita a Santa María.  

http://ubeda.com/Santa_Maria/index.htm

http://www.santamariadeubeda.es/sm-conoc.htm 

http://ubedaybaezaturismo.com/place/colegiata-de-santa-maria-de-los-reales-alcazares/ 

En los enlaces anteriores, y a modo de información, podréis encontrar más datos sobre este templo. No obstante, utilizando los datos obtenidos de la wikipedia, os dejo un pequeño resumen de esta iglesia:  

https://es.wikipedia.org/wiki/Bas%C3%ADlica_de_Santa_Mar%C3%ADa_de_los_Reales_Alc%C3%A1zares 

Basílica y Real Colegiata de Santa María la Mayor de los Reales Alcázares de Úbeda, declarada Monumento Nacional y parte de conjunto Patrimonio de la Humanidad, es la iglesia principal de la ciudad de Úbeda, Jaén y tercera de la diócesis jiennense. Se encuentra en la Plaza Vázquez de Molina, frente al Palacio de las Cadenas, formando parte del conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2003.

Historia  

La iglesia se asienta sobre un suelo arqueológico de la Edad de Bronce, lugar sagrado desde tiempos inmemoriales, siendo finalmente edificada sobre los restos de la mezquita mayor, tras la conquista de la ciudad en 1233 por Fernando III, el Santo. El 29 de septiembre de 1233 el rey San Fernando III con su corte entró a la mezquita mayor de la ciudad por la puerta principal de la misma, para celebrar la victoria de la reconquista de la ciudad y consagrar la mezquita en iglesia católica, bajo la advocación de Iglesia Mayor Parroquial de los Reales Alcázares y de Nuestra Señora de la Asunción. 

Desde 1259 fue titulada Iglesia Mayor Colegial y desde 1852 ostenta el título de Iglesia Mayor Parroquial, al perder la condición de Colegiata. Fue la tercera iglesia declarada como basílica menor en la diócesis de Jaén, en el año 2014. 

En dicha iglesia, la base gótica florida de su construcción se levanta sobre restos arqueológicos neolíticos, íberos, romanos, godos y se enriquece con elementos musulmanes, románicos, góticos, renacentistas, barrocos, neoclásicos, etc., hasta constituir un conjunto que el historiador Juan Pasquau calificara de «…inigualable democracia artística, en la que todos los estilos pugnan por sobresalir y ninguno lo consigue en exclusiva». Lo más interesante son sus fachadas, el bellísimo claustro, las capillas del interior y la rica rejería del interior. 

Fue gravemente dañada en la Guerra Civil Española, aunque la iglesia no perdió su imagen original hasta la casi destrucción del templo en 1986, a manos de la contraproducente obra de Isicio Ruiz Albusac. Y desde entonces permaneció cerrada por obras de restauración hasta marzo de 2011 en que finalmente se pone simbólicamente un punto de cierre a la restauración y se entrega el templo a los ciudadanos. En 2012 el obispado decide cobrar por visitar este templo, la ciudad de Úbeda se rebela, y se comienza una recogida de firmas para evitar esto, además de grupos de apoyo en las redes sociales, ya que gran parte de la ciudad considera que tras invertir más de 6 millones euros de dinero público, la iglesia debería de estar abierta a todos los ciudadanos. En octubre de 2014 el obispo de la diócesis de Jaén, Ramón del Hoyo López anunció la declaración de la iglesia como basílica menor. 

Restauración  

El templo fue cerrado en 1983 para proceder a su restauración, puesto que la inclinación de sus pilares amenazaba ruina inminente. Tras 28 años de obras, por diversas corrientes restauradoras el templo ha visto modificada su fisonomía original y ha perdido buena cantidad de bienes muebles en su interior que han pasado a otros templos y a varios repositorios museísticos.

El primer arquitecto que llevó la obra fue Isicio Ruiz Albusac, quien procedió al desmontaje de las bóvedas barrocas de yeso, por pensar que eran las causantes de la ruina. Esta intervención fue contraproducente e hizo que el templo acabara por desestabilizarse.

Será Enrique Venegas quien tome las riendas de la restauración, haciendo un profundo estudio del edificio, consolidando sus cimientos inestables (verdadero causante de la ruina), así como sus pilares y arcos. Para cubrir el templo se instaló una techumbre de madera, restituyendo la que el templo tenía originalmente entre los siglos XIII-XVIII. Igualmente se ha eliminado el yeso dejando la piedra original de las paredes y las capillas laterales se ha solado con mármol y suelos cerámicos, distintos de la estética original. Recientemente se han limpiado las portadas. En marzo de 2011 se ha entregado la quinta fase, con el enlosado del templo con mármol (en sustitución de las primitivas losas de piedra), y la restauración de la Capilla de Jesús Nazareno, así como parte del claustro y la sacristía. 

Descripción 

Este edificio mezcla diferentes estilos (gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neogótico) fruto de una construcción que se extiende desde el siglo XIII al XIX.  

Al estar intramuros del Alcázar, estaba sin comunicación con la ciudad hasta principios del siglo XVI, salvo un pequeño postigo que aún se conserva en el claustro y por el que según la tradición hizo su entrada en la mezquita el rey Fernando III el Santo para consagrarla al culto cristiano.

Hacia 1510 se inicia la construcción de una portada que la abra al "llano", en tiempos del obispo de Jaén don Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, destruyendo para ello un trozo de muralla entre dos torreones; portada de corte renacentista acabada en 1645 según trazas de Pedro de Vera, salvo el friso y el relieve de la Adoración de los Pastores que se debe a Luis de Zayas. 

Por 1833, el Cabildo de la Iglesia Mayor Colegial de Santa María pide licencia al Ayuntamiento para derribar la muralla acastillada del Arroyo de Santa María para utilizar sus piedras.

El torreón desmochado que se observa en el extremo, es lo que queda del antiguo alminar islámico, que fue demolido al final del siglo XIX por amenazar ruina.

El exterior del templo sigue una línea arquitectónica uniforme, aunque se trata de una obra ecléctica y singular. La fachada y portadas, que datan de la primera mitad del siglo XVII, constituyen de hecho la única parte del edificio que responde a un plan previo y organizado. En la fachada el motivo central es la Adoración de los Pastores. La portada está enmarcada por dos espadañas, construidas en el siglo XIX, tras la demolición de la maltrecha torre de la antigua mezquita aljama, dañada de muerte desde el terremoto de Lisboa de 1755.

El claustro es una obra gótica de finales del siglo XV y ocupa el lugar donde estuvo el patio de la mezquita. Bajo una serie de bóvedas de crucería, en el interior se conservan 16 capillas, lugar de enterramiento de obispos y de las familias nobiliarias de la ciudad.

Cabe destacar la puerta de la Consolada, en la fachada este del templo, la cual tiene un gran valor sentimental para la mayoría de los ubetenses, ya que en ella se produce la más bella estampa de la Semana Santa de Úbeda, la salida de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno en la mañana del Viernes Santo.
Conociendo ya lo fundamental de esta impresionante construcción, comienzo ya con el relato de la primera visita de Rocío a la Basílica y Real Colegiata de Santa María la Mayor de los Reales Alcázares de Úbeda: 

Hacía poco más de un día que Rocío había contemplado por primera vez la impresionante plaza de Santa María. Aunque tenía familia en la ciudad, jamás la había visitado. En repetidas ocasiones, durante los alocados años universitarios, Javier le había propuesto hacerle de guía en un viaje que sería inolvidable. Pero jamás llegaría a realizarlo.

 

Tras demasiados años alejada de la espectacular ciudad que acababa de conocer, había comenzado a amarla en silencio. Paso a paso, mirando a ambos lados de las estrechas callejas, descubría los secretos tallados en la piedra.

 

Ya que Javier le había pedido unos días para pensar en su propuesta, aprovechaba para conocer un poco más la magia que se esconde en cada pequeño rincón de Bástula.

 

Hacía pocos días que había visitado la plaza y, pese a la impresionante construcción pétrea funeraria que presidía el espacio, de su mente no pudo sacar la impresionante imagen de la iglesia de Santa María. No, no era tan espectacular como la Sacra Capilla del Salvador del Mundo, con la que compartía la plaza, pero había algo en ella que había acabado conquistándola. 

 

No sabía qué secretos se esconderían en su interior, y pese a saber que había estado demasiado tiempo cerrada por obras de restauración, sabía que no iba a decepcionarla.


El sol lucía con fuerza. Los claroscuros que se producían en la fachada principal del templo eran impresionantes. Quizá fueran las horas que había dedicado a leer una guía de la ciudad que había comprado en una pequeña tienda del casco antiguo, pero no podía dejar de contemplar en motivo central de la portada principal del edificio. Esa representación de la Adoración de los Pastores había sido capaz de tocar su alma. Levantó su vista y reparó en las dos impresionantes espadañas que, desafiantes, coronaban la fachada. 

 

Ansiosa, accedió al interior del templo. Había visto, en la guía de la ciudad y en internet, fotos del claustro. Por desgracia, al menos así lo pensaba, había cambiado demasiado. Sí, la serie de bóvedas de crucería seguían siendo impresionantes, pero había algo que no terminaba de convencerla. Había un espacio vacío que no habían sabido llenar en la restauración. No obstante, era una obra digna del espacio emblemático que ocupaba. 

 

Recorrió cada una de las dieciséis capillas funerarias que se conservaban en el interior. Estas, eran lugar de enterramiento de familias importantes de la ciudad y de obispos. Llego a la nave central y se sentó en uno de los bancos. Por desgracia para ella, durante los más de veinticinco años que había permanecido cerrado, el templo había sufrido pérdidas de buena cantidad de obras de arte y mobiliario, muchas de las cuales han pasado a otros templos y a varios museos. Y pese a todo, seguía teniendo una belleza difícil de describir. 

 

—Es hermosa, ¿verdad?

 

—Mucho. ¿Es usted el párroco de esta iglesia?

 

—Así es. Creo que no es de por aquí.

 

—¿Cómo lo sabe? 

 

—Su acento dice más de lo que revelan sus palabras, ¿no cree? —respondió sonriendo—. Tengo que dejarla, en poco tiempo comenzará la misa. Está invitada, si es que desea quedarse. 

 

—Muchas gracias, padre. Tendrá que ser otro día. Creo que no tardaremos mucho en volver a vernos. 

 

Tras grabar todos y cada uno de los pequeños detalles que iban contemplando sus ojos, abandonó el lugar. Antes de regresar a casa se giró y contempló de nuevo la iglesia. Estaba segura de que el destino volvería a llevarla de nuevo hasta este lugar. Así pues, no era un simple "adiós", más bien era un "hasta pronto".

 

 

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