lunes, 27 de marzo de 2017

RELATO BREVE: ¿CUÁNDO DESCUBRE REALMENTE JAVIER QUE EL PEQUEÑO SAN JUAN DE LA CAPILLA ES UNA COPIA DEL ORIGINAL?

Siguiendo con el ciclo de relatos cortos, aquí os dejo el sexto. En este, tras unos datos en los que os daré a conocer cómo es realmente el edificio, os contaré lo una de las mayores dudas que tiene Javier sobre la autenticidad de la mejor escultura que encuentra en la capilla

http://ubeda.com/Santa_Maria/index.htm

http://www.santamariadeubeda.es/sm-conoc.htm 

http://ubedaybaezaturismo.com/place/colegiata-de-santa-maria-de-los-reales-alcazares/ 

En los enlaces anteriores, y a modo de información, podréis encontrar más datos sobre este templo. No obstante, utilizando los datos obtenidos de la wikipedia, os dejo un pequeño resumen de esta iglesia:  

https://es.wikipedia.org/wiki/Bas%C3%ADlica_de_Santa_Mar%C3%ADa_de_los_Reales_Alc%C3%A1zares 

Basílica y Real Colegiata de Santa María la Mayor de los Reales Alcázares de Úbeda, declarada Monumento Nacional y parte de conjunto Patrimonio de la Humanidad, es la iglesia principal de la ciudad de Úbeda, Jaén y tercera de la diócesis jiennense. Se encuentra en la Plaza Vázquez de Molina, frente al Palacio de las Cadenas, formando parte del conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2003.

Historia  

La iglesia se asienta sobre un suelo arqueológico de la Edad de Bronce, lugar sagrado desde tiempos inmemoriales, siendo finalmente edificada sobre los restos de la mezquita mayor, tras la conquista de la ciudad en 1233 por Fernando III, el Santo. El 29 de septiembre de 1233 el rey San Fernando III con su corte entró a la mezquita mayor de la ciudad por la puerta principal de la misma, para celebrar la victoria de la reconquista de la ciudad y consagrar la mezquita en iglesia católica, bajo la advocación de Iglesia Mayor Parroquial de los Reales Alcázares y de Nuestra Señora de la Asunción. 

Desde 1259 fue titulada Iglesia Mayor Colegial y desde 1852 ostenta el título de Iglesia Mayor Parroquial, al perder la condición de Colegiata. Fue la tercera iglesia declarada como basílica menor en la diócesis de Jaén, en el año 2014. 

En dicha iglesia, la base gótica florida de su construcción se levanta sobre restos arqueológicos neolíticos, íberos, romanos, godos y se enriquece con elementos musulmanes, románicos, góticos, renacentistas, barrocos, neoclásicos, etc., hasta constituir un conjunto que el historiador Juan Pasquau calificara de «…inigualable democracia artística, en la que todos los estilos pugnan por sobresalir y ninguno lo consigue en exclusiva». Lo más interesante son sus fachadas, el bellísimo claustro, las capillas del interior y la rica rejería del interior. 

Fue gravemente dañada en la Guerra Civil Española, aunque la iglesia no perdió su imagen original hasta la casi destrucción del templo en 1986, a manos de la contraproducente obra de Isicio Ruiz Albusac. Y desde entonces permaneció cerrada por obras de restauración hasta marzo de 2011 en que finalmente se pone simbólicamente un punto de cierre a la restauración y se entrega el templo a los ciudadanos. En 2012 el obispado decide cobrar por visitar este templo, la ciudad de Úbeda se rebela, y se comienza una recogida de firmas para evitar esto, además de grupos de apoyo en las redes sociales, ya que gran parte de la ciudad considera que tras invertir más de 6 millones euros de dinero público, la iglesia debería de estar abierta a todos los ciudadanos. En octubre de 2014 el obispo de la diócesis de Jaén, Ramón del Hoyo López anunció la declaración de la iglesia como basílica menor. 

Restauración  

El templo fue cerrado en 1983 para proceder a su restauración, puesto que la inclinación de sus pilares amenazaba ruina inminente. Tras 28 años de obras, por diversas corrientes restauradoras el templo ha visto modificada su fisonomía original y ha perdido buena cantidad de bienes muebles en su interior que han pasado a otros templos y a varios repositorios museísticos.

El primer arquitecto que llevó la obra fue Isicio Ruiz Albusac, quien procedió al desmontaje de las bóvedas barrocas de yeso, por pensar que eran las causantes de la ruina. Esta intervención fue contraproducente e hizo que el templo acabara por desestabilizarse.

Será Enrique Venegas quien tome las riendas de la restauración, haciendo un profundo estudio del edificio, consolidando sus cimientos inestables (verdadero causante de la ruina), así como sus pilares y arcos. Para cubrir el templo se instaló una techumbre de madera, restituyendo la que el templo tenía originalmente entre los siglos XIII-XVIII. Igualmente se ha eliminado el yeso dejando la piedra original de las paredes y las capillas laterales se ha solado con mármol y suelos cerámicos, distintos de la estética original. Recientemente se han limpiado las portadas. En marzo de 2011 se ha entregado la quinta fase, con el enlosado del templo con mármol (en sustitución de las primitivas losas de piedra), y la restauración de la Capilla de Jesús Nazareno, así como parte del claustro y la sacristía. 

Descripción 

Este edificio mezcla diferentes estilos (gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neogótico) fruto de una construcción que se extiende desde el siglo XIII al XIX.

Al estar intramuros del Alcázar, estaba sin comunicación con la ciudad hasta principios del siglo XVI, salvo un pequeño postigo que aún se conserva en el claustro y por el que según la tradición hizo su entrada en la mezquita el rey Fernando III el Santo para consagrarla al culto cristiano.

Hacia 1510 se inicia la construcción de una portada que la abra al "llano", en tiempos del obispo de Jaén don Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, destruyendo para ello un trozo de muralla entre dos torreones; portada de corte renacentista acabada en 1645 según trazas de Pedro de Vera, salvo el friso y el relieve de la Adoración de los Pastores que se debe a Luis de Zayas. 

Por 1833, el Cabildo de la Iglesia Mayor Colegial de Santa María pide licencia al Ayuntamiento para derribar la muralla acastillada del Arroyo de Santa María para utilizar sus piedras.

El torreón desmochado que se observa en el extremo, es lo que queda del antiguo alminar islámico, que fue demolido al final del siglo XIX por amenazar ruina.

El exterior del templo sigue una línea arquitectónica uniforme, aunque se trata de una obra ecléctica y singular. La fachada y portadas, que datan de la primera mitad del siglo XVII, constituyen de hecho la única parte del edificio que responde a un plan previo y organizado. En la fachada el motivo central es la Adoración de los Pastores. La portada está enmarcada por dos espadañas, construidas en el siglo XIX, tras la demolición de la maltrecha torre de la antigua mezquita aljama, dañada de muerte desde el terremoto de Lisboa de 1755.

El claustro es una obra gótica de finales del siglo XV y ocupa el lugar donde estuvo el patio de la mezquita. Bajo una serie de bóvedas de crucería, en el interior se conservan 16 capillas, lugar de enterramiento de obispos y de las familias nobiliarias de la ciudad.

Cabe destacar la puerta de la Consolada, en la fachada este del templo, la cual tiene un gran valor sentimental para la mayoría de los ubetenses, ya que en ella se produce la más bella estampa de la Semana Santa de Úbeda, la salida de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno en la mañana del Viernes Santo.

Conociendo ya lo fundamental de esta impresionante construcción, comienzo ya con el relato del momento en el que Javier descubre realmente que el pequeño San Juan de la capilla es una copia del original:

Pasado el revuelo inicial, Javier volvió a la recién descubierta capilla. Llevaba días con una idea que se repetía una y otra vez en su cabeza. ¿Y si la estatua del pequeño San Juan Bautista no fuera una copia tal y como había afirmado en un primer momento?

Volvió a descender aquella empinada escalera, ahora mucho más iluminada. En los días que habían transcurrido desde su apertura, el ayuntamiento se había encargado de limpiar, adecentar y adecuar la antiquísima escalera. Pese a que la iluminación aún era provisional, Javier estaba contento. Ya no hacía falta una buena linterna para no tropezarse en esos traicioneros escalones.

Una vez se hubo situado en el centro de la capilla, sabedor de que se hallaba bajo uno de los templos más importantes de la ciudad, estuvo tentado a no seguir adelante con su idea.

Había llegado ya demasiado lejos. Tuvo que mentir a Rocío para poder bajar solo, además de tener que pedir un favor muy especial al policía municipal que custodiaba la entrada de la capilla. Consiguió que durante algo más de una hora el recinto estuviera completamente cerrado al público. Tiempo más que suficiente para llevar a cabo lo que se proponía.

Miró con detenimiento el motivo de tantos desvelos. Frente a él, desafiante, se erguía la magnífica talla del inigualable Miguel Ángel. Una pequeña escultura, ya que no llegaba al metro y medio, que podía contener en su interior uno de los mayores secretos de la historia.

Con paso decidido se acercó a la estatua. Su mano recorrió cada una de las curvas de ese precioso cuerpo marmóreo. Frente a él, un niño de apenas seis o siete años dedicaba una de sus mejores sonrisas. El artista, siguiendo el ejemplo de la escultura helenística griega, había sido capaz de captar toda la inocencia de un niño y trasladarla al mármol.

Intentó imaginar cómo habría ido desgranando, capa a capa, cada uno de los impresionantes detalles de la figura. Era tan real que podía llegar a dar miedo. En alguna ocasión, Javier tuvo la impresión de que el pequeño San Juan había cobrado vida.

—¿Aún escondes en tu interior el secreto mejor guardado de todos los tiempos? —susurró al oído de la pequeña estatua.  

Tras pronunciar esas desafiantes palabras, puso una manta junto a la estatua. Sabía que le iba a resultar casi imposible moverla, pero quizá fuera posible tumbarla sobre la manta. Javier agarró la estatua y con todo el cuidado que le fue posible, la volcó hasta dejarla caer sobre la manta. Este simple hecho le llevó más de veinte minutos, pues jamás pensó en el peso real de la pequeña figura.

Sacó un pequeño martillo de su bolsillo y comenzó a golpear la base. Si todo lo que había leído en el diario era cierto, allí debía encontrar el compartimento que había preparado Miguel Ángel. Durante más de diez minutos estuvo golpeando con mimo toda la base. Incluso, y aún a sabiendas de que podría llegar a tener problemas en un futuro, con un pequeño cincel rayó en con suavidad la base en busca de minúsculas partículas de yeso que pudieran desprenderse. Pero no ocurrió nada.

«¿Y si realmente es solo una copia de la verdadera?».

Si difícil fue llegar a volcar la imagen, aún más lo sería volver a colocarla en su lugar. Desvanecido ya ese optimismo inicial, ahora era incapaz de volver a levantar la imagen. El tiempo se agotaba y no le iba a quedar más remedio que requerir la presencia del amable policía al que le iba a deber otro favor más.

—Por favor, Juan, ¿sería tan amable de acompañarme hasta el interior de la capilla?

—¿Ha ocurrido algo? —preguntó algo desconcertado por la petición de Javier.

—Prefiero explicárselo cuando estemos junto al retablo.

El silencio los acompaño por aquel interminable tramo de escaleras. Aún no tenía muy claro qué le iba a contar al municipal, pero necesitaba que lo ayudara. La capilla volvería a estar abierta al público en breve y no podía estar tumbada sobre una manta una de sus mejores esculturas.

—¿Qué le ha ocurrido al San Juanito?

—Es culpa mía —respondió algo nervioso—. Desde que descubrimos la capilla, llevo pensando si esta estatua es o no la que esculpió y trajo a Bástula Miguel Ángel. En un primer momento, y muy a mi pesar, la declaré una copia. Durante días me he estado preguntando si no habría errado en mi afirmación.

—¿Y ha descubierto usted algo?

—Para mi desgracia, la estatua es una simple copia —respondió cabizbajo—. ¿Podría ayudarme a levantarla?

—Por supuesto, será un placer.

—Y esto que ha ocurrido aquí… ¿puede quedarse entre nosotros?

—No se preocupe, seré una tumba. 

Hay ocasiones en las que no todo sale como esperábamos. Por más defraudado que estuviera, Javier había comprobado en primera persona que los planos que buscaba no estaban allí. Llevaba demasiados días soñando con algo que, por el momento, no había sido capaz de encontrar. ¿De verdad le iba a merecer la pena seguir con esa infructuosa búsqueda?

Escultura en su emplazamiento original.
Trozos conservados tras la Guerra Civil.
Escultura restaurada.

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